http://www.educa2.madrid.org/la mano y la rosa
Caminar en la comitiva,
Junto a gentes apenadas,
Marcando paso lento,
Detrás de ataúd florido,
Sin deseos de pensamiento.
Sentir angustia de compañía,
De hipocresía fingida.
Consuelo al traspasar con la mirada la caja
Y ver tranquilo al muerto.
Me calaba el sol en los huesos,
Pero seguía marcando paso lento,
Como si nada hubiera ocurrido.
Iba tan ajeno como un suspiro,
Perdiendo el mundo a cada momento.
A la puerta del cementerio alejado,
Viejas de negro flores blancas vendiendo;
Como si el cadáver, ya casi olvidado,
Precisara ser de inocencia adornado.
Una oración monótona,
Sin emoción…, descuidada…
Unos hombres con mano en pala,
Aburridos, esperando lágrimas,
Para sepultar la rosa depositada.
El sol loco me volvía.
Me sentí vivo…, en el silencio.
Y sólo sé que enloquecía,
Hambriento de amor y sin compañía.
Madrid 26 de Mayo de 2011
© Rafael Mulero Valenzuela.
Amigo Rafael, es tan bello, tan sentido, que cualquier palabra sobraría, te dejo mi admiración.
ResponderEliminarUn abrazo.
Rafael, amigo, poeta: ¡Felicidades! Tu poema es muy bueno. Refleja desasimiento, angustia, amor y soledad ante lo inevitable. Un fuerte abrazo.
ResponderEliminarQuerido Rafael, magnífica descripción para ese seguimiento del ausente. La última estrofa es de una ternura apabullante.
ResponderEliminarBesos de sol siempre, poeta.
Querido Rafael: qué hondas llegan estas palabras a los sentimientos. La muerte, el sepelio, la soledad,...como un cortejo que pasea triunfador por nuestros días.
ResponderEliminarPero cada verso es de una belleza inigualable, como siempre amigo.
Besos
Ana Galindo
Transmite tanto tu poema
ResponderEliminarque casi yo sintiera
toda esa emoción en el alma.
Un gran abrazo, poeta.
Querido Rafael:
ResponderEliminarEl nuevo poema supera la tristeza a la que me tienes acostumbrada, leche será según los que entienden es un excelente poema, pero vamos triste como él sólo.
Tu no puedes componer uno alegre?, (anda profe uno alegre porfi ) que tengo tan temprano el corazón en un puño.
Yo es que de penas estoy hasta las narices y necesito alegría, uno que resuenen campanillas, olores, amores que tengan un bonito final, (que alguno habrá digo yo, si te enteras de alguna historia que termine bien me la cuentas vale? )
Besos don triste que en vez de tanto literato ruso podías haberte fijado en los hermanos Quintero que te jartas de reir.
Ahi va uno de ellos dedicado a la Bendita Siesta.
En un rincón de un patio fresco y ameno,
que alegran y perfuman aves y flores,
una niña morena, que tiene amores,
duerme, puestas las manos sobre su seno.
Sueña, y al grato hechizo de cuanto mira
a través de la bruma de lo soñado,
se dilata su seno blanco y rosado,
y su boca de grana se abre y suspira.
Luz del alma ilumina su rostro hermoso:
se encienden sus mejillas, tiembla y sonríe,
y más con lo que sueña su amor se engríe,
y es cada vez su aliento más anheloso…
Murmura luego su nombre: nadie contesta…
Abre sus ojos negros con mudo espanto,
y al ver de sus quimeras roto el espanto
volviendo al sueño dice: ¡Bendita siesta!.
Querido Rafa, creo que Xaro ha dado en la diana. Ya conocemos tu parte triste, déjanos disfrutar de la otra, que sabemos que es tan buena o mejor. Además, siempre habrá motivos para el buen humor, ¿no crees?
ResponderEliminarBesos andaluces, por ejemplo.
Un momento único..donde la vida y la muerte..se ven frente a frente...y ya nada será igual..y entre tus versos la tristeza..cala hondo..
ResponderEliminarSaludos desde el sur
Querido amigo, disculpa que te comente en forma anónima, es la única manera de comentar que encuentro por el momento.
ResponderEliminarCoincido con el primer comentario, cualquier palabra, estaría de mas, un poema bello y muy bien escrito, amigo.
Espero que te encuentres bien, echo de menos tus bonitas palabras en mi blog. Aún no comprendo que me has querido decir con eso de "cateto de Madrid"...deseo haya sido un desvarío momentáneo.
Te envío un fuerte abrazo cargado de cariño.
~Charo Bustos Cruz~
¡Qué tema Rafael, qué tema y qué bien lo trasmites, con cuánta autenticidad! ¿Puede la inocencia de las rosas blancas atenuar la negra noche sin estrellas de la nada? ¿Y el sentirnos tan vivos frente al muerto, como si nos ocupara una culpa absurda y transitoria? En fin, tu poema se centra en el cortejo y el entierro, esa recorrida final para los espectadores, que no para el muerto. Me hizo, por asociación, regresar al poema de Antonio Machado, aquél que comienza: "Tierra le dieron una tarde horrible/del mes de julio bajo el sol de fuego..." Un gran abrazo, Rafael, Poeta.-
ResponderEliminarMe ha gustado ese desenmascaramiento lírico de los sepelios. Lo más importante no son las rosas ni las lágrimas, "lo esencial es invisible a los ojos".
ResponderEliminarTe felicito por la composición, querido amigo.
Un beso.