Reseña de Escritores en Red a la novela El nudo de las estrellas, realizada por Santiago Solano Grande, al que expreso desde aquí mi gratitud por el detalle que tiene al leer mi novela y hacer esta reseña, publicada el día 31 de Enero en Escritores en Red.
Posted: 30 Jan 2015 10:00 PM PST
El nudo de las estrellas, de Rafael Mulero
Valenzuela es una novela de interior, que diría mi buen amigo y catedrático
cordobés de literatura D. Martín-Armando Díez Urueña, una novela que transcurre
"En la vieja ciudad del interior" del ser humano, en este caso un ser
humano que escribe sentado a la sombra de las ramas del árbol poético de
Vicente Huidobro. Los que no conocemos en profundidad el sentir del poeta, la
cadencia de sus versos si es que la hubiere, o la trascendencia de su creación
versal, seguro que nos quedamos en los aledaños de muchas cosas.
Con todo, es fácil de alcanzar que nada en estas
páginas es lo que parece. Y lo que es está siempre revestido - algunos dirían
que contaminado - con la visión dramática o dramatizada de la voz narradora, un
supuesto poeta que según le conviene se torna en distante o en cercano, según
sus entendederas o su capricho.
Lo pone en librerías el Grupo Sial, dentro de la
colección Pigmalión y consta de cincuenta y tres capítulos agrupados en dos
partes. La primera llega hasta el veintiocho y, por decirlo de alguna manera,
constituye lo que en una novela tradicional sería la presentación y el nudo de
la obra. Están ya en esta primera parte todos los elementos con los que el
autor va a darnos su particular visión del mundo que nace y crece y se desploma
y vuelve a hervir en el personaje central de la novela, en Joaquín. Está
también Salinas, el camarero del Café Comercial, asturiano para más señas,
anclado en Madrid, que va dejando un rastro del hecho de habla de la comunidad
astur, que no de bable, aquí y allá, y Misarda y Memé, que, a decir del autor, comparten
el mismo misterio poético, y todo inmerso en el escenario mental y físico
que lo sustenta y que se transforma en una coreografía pertinente, tan
pertinente como la línea de lo que se cuenta.
De estos veintiocho capítulos seis están
redactados en primera persona, en letra cursiva, y el resto en tercera persona.
Estos seis capítulos, que representan la cercanía, la subjetividad, la
privacidad - no en balde van en primera persona - son las reflexiones,
interrogantes, preguntas, etc., que se hace la voz narradora que escribe los
otros veintidós capítulos, que, a mi modo de ver, representan la lejanía, la
fría y descriptiva tercera persona y que concuerdan con la ficción de los
acontecimientos que ocurren. Se unen pues en esta novela, en toda la novela, el
pensamiento en directo del supuesto autor de lo que se cuenta con lo que
supuestamente escribe, con lo que supuestamente cuenta, formando un yo
narrativo global a dos voces, que es el total de la novela. Poco sabemos de la
otra vida del poeta, de su existencia en carne y hueso, por decirlo de alguna
manera, si no es en relación con lo que escribe. Poco a excepción de pequeños
apuntes como los de la página setenta y cuatro en la que textualmente se nos
dice que, en el trabajo, estaba reunido con mi jefe y otros compañeros
y no pude resistir que se me fuera la cabeza: me quedé traspuesto por breves
momentos. Lo que sirve también para puntualizar que esta voz que cuenta, es
la voz de un apasionado a la escritura, no la voz de un profesional de ella. De
ahí que le ocurra que los personajes crezcan a su antojo, que pierda el control
de los mismos y otra serie de acontecimientos que son el meollo real de lo que
Rafael, el autor verdadero, quiere contar: no otra cosa que el autor en su
laberinto.
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Anotaciones capítulos en 1ª persona
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En los veinticinco capítulos de la segunda
parte, la alternancia de capítulos en primera y en tercera persona está más
equilibrada. Ocho en primera persona, el resto en tercera. A medida que se
acerca el final, es casi uno en primera y otro en tercera. La unión de los días
del supuesto autor de la novela con la novela se van uniendo y enzarzando hasta
formar una única tela, hasta formar un único nudo de las estrellas que lo
cuenta todo.
Siendo como es esta novela un ejercicio de
introspección, una novela que plantea un juego de identidades al lector, que lo
lleva y lo trae hacia la sorpresa continuada, hacia el vuelco continuado en la
dirección de la trama, se podría decir que se nos sugiere dos formas de leerla.
Tal y como se nos propone, en la alternancia de las dos voces, o leer todas las
primeras personas de corrido, que nos daría el marco referencial de lo que se
va a contar, primero, y segundo todos los capítulos en tercera persona, que es
lo que se cuenta. Esto nos llevaría a una lectura en la que se rompe el tiempo
del pensamiento y se compone una secuencia lógica tradicional, en apariencia,
más fácil de seguir, quizás también menos sorpresiva, que dejamos en manos del
lector.
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Autor y novela que se citan
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Esto me recuerda un poco a la que se ha dado en
llamar la anti novela de Julio Cortázar, el escritor argentino. Hablo deRayuela,
aquella escrita en París, ésta en Madrid, primas hermanas como mínim. Ambas son
una narración introspectiva, en monólogo interior, que narra cada cual la
historia de su protagonista de un modo tal que juega con la subjetividad del
lector. Esta contra novela, llamémosla experimental si se quiere, de Rafael,
como aquella de Julio, mantiene a lo largo de la obra un estilo muy variado y
entra perfectamente en la vía del surrealismo. Podríamos decir de ella lo mismo
que Cortázar dijo de Rayuela: “de alguna manera es la experiencia de toda una
vida y la tentativa de llevarla a la escritura”.