miércoles, 8 de septiembre de 2010
La niña gitana
A Marisa Vegas
Esta noche con la corte plena de estrellas
Voy a rondar la pena honda
De la niña gitana, morena,
Que tanto de mi amor requiere.
En los albores de la medianoche,
Desde la colina de la Alhambra encantada,
En tu busca iré “niña gitana”
A las cuevas del vecino Sacromonte.
De tus ojos el devoto destello
Limpia los colgados platos de oro viejo
Mientras el corazón alborotado
Repiquetea en prolongado susurro.
¡Ay “niña gitana”
Por qué tu amor es dilatado y austero
Y por qué razón me quieres “gitana”
Si yo solo sé, tú bien lo sabes, hacerte canto!
Descubre niña gitana cuál es tu embrujo
Cuál el hechizo de tus labios blancos
Que en mi alma prendido has dejado
Y me siento no solo pero algo perdido.
Suenan las palmas y lloran las guitarras
Mientras lánguidas estrellas
Asomadas a la noche derretida
Reciben como fuegos sus ecos.
Esos ojos rasgados, negros, zahoríes
En el silencio de tus iniciadas palabras
Me hacen heridas en el alma
Que solo alivian los jazmines voladores.
Castañuelas en tus manos
Desiertas de anillos de compromisos,
Guitarras, palmas de fuego, taconeos,
Algazara roncas de vino, en tu talle desnudo.
“Niña gitana”, te grito estremecido
¿Qué haces en mi desolado corazón
Enredándolo en la danza de tu zambra
Raptándolo en estas viejas cuevas antiguas?
Ven conmigo, a mi lado, “niña gitana”
Navegaremos por aguas de los darros y los geniles
Bordeando el Paseo de los Tristes
Mientras subimos la cuesta
Que llega sin remedio a nuestra fortaleza.
Llégate a mi, niña gitana, no tengas miedo
Que en tu silencioso lecho
Leeré un cuento, solo un cuento,
Esos que hablan de magias y encanto.
Tu presencia única, niña gitana,
Enaltece la Puerta de la Justicia
Vestida con sedas de oriente
Mientras los embajadores rinden pleitesía.
Niña gitana, teñida de luz de luna,
En tus mejillas mi mano de ternura
Se derrite en nieve
Sin temor para siempre de quererte.
Te hospedaré en el magno palacio
De las treinta y dos columnas dóricas
Envueltas en magnolios y azahares
Para pasear luego, cuando caiga la noche,
En los aromas de los arrayanes.
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Pero bueno, amigo Rafael, ¡qué preciosidad de poesía! Me parece estar viviendo en esa ciudad maravillosa y recuerdo las cuevas gitanas,llenas de ese misterioso clima gitano. Estuve hace muchos años por allí, acompañando al presidente del COI, llamado Avery Grundage, americano, en calidad de traductor. Ya sabes aquello de "qué pena ser ciego en Granada". Pues si un ciego puede leer tu poesía podrá, no solo estar en Granada, sino que estará acompañado por una preciosidad de criatura gitana.Un abrazo muy fuerte ab imo pectore.
ResponderEliminarUn precioso canto de amor
ResponderEliminaracompañado de palmas, a esos
ojitos negros de la cueva
del Sacromonte.
Besos
Me dejas con un flamenco suspiro colgado en la garganta. ¡Qué bonito lo has cantado! Me has hecho vivir la magia de Granada y hasta enamorarme de esa niña gitana. ¡Ay Granada! ¿Qué tendrá Granada que cuando su encanto se deposita en el alma la convierte en gitana?
ResponderEliminarUn abrazo, amigo.
Espléndido, Rafael. Devuelves la vista a esos "ciegos" internados en las cuevas del Sacromonte, con las antorchas de tus versos y el ritmo de ese alma gitana paseando entre arrayanes nocturnos.
ResponderEliminarBesos, poeta.
Bien RAfael, entiendo que te quieras arropar con la niña gitana, creo que tiene este poema mucho de cante jondo. Me gusta y me gusta porque saca la vena lirica que llevas dentro, encaja con tu imagen del poeta triste y eternamente enamorado de la Mujer; si, con mayúscula, no me he equivocado. Le hace a uno vibrar de envidia por no conocer, aún, a la niña gitana.
ResponderEliminarQuerido Fernando, muchas gracias por visitarme, por los ánimos que me das para que escriba y que yo, de todo corazón, te devuelvo con mayor intensidad. Es preciso que escribas. Parece que en esta ocasión he acertado. Me alegro. Un abrazo y escribe, escribe, escribe, como dice el título de tu blog: poesía, poesía, poesía.
ResponderEliminarUn abrazo
Querida Marisa, tu visita siempre me llena de satisfacción. Eres muy buena poeta y siempre tengo algún ratito para leer tus cosas aunque no te haga largos comentarios.
ResponderEliminarUn beso
Querido Terly: siempre eres muy buano y amable conmigo y con este modesto blog. Cuando visito el tuyo me siento algo inútil, tanto por el dominio informático que demuestras como el magnífico contenido que encierra. No es un proyecto sino el sueño de esta noche: nos encontramos en Granada y buscamos a la niña gitana para enamorarnos de ella nuevamente.
ResponderEliminarGracias por tus palabras, querido amigo. Un abrazo
Querida Marisa V.: Expléndido es una calificativo que no merezco aun cuando la "níña gitana" me ha robado el sueño durante algunos largos días. La veía, estaba en el Sacromonte, bajaba por el Paseo de los Tristes, y al final no supe poner en bastardilla a los darros y a los geniles. Esta poesía, si así le podemos llamar, porque ha sido como una pesadilla, un sueño por fin plasmado, en cierta medida, te pertenece. Gracias por tus comentarios, por tus visitas, por tu inestimable ayuda. Un beso
ResponderEliminarQuerido Antonio; gracias por tu comentario, por tu visita. Ya sabes que cuando escribo soy un "poquito triste", pero bien es cierto que a mis años, y después de algunos tropiezos y decepciones, sido siendo un enamorado de la Mujer. Pero si no tengo un papel delante y saboreo unas buenas judías con un rico vino me llega la chispa. Me gusta reirme con los amigos. Es mi gran defecto. Un abrazo y suerte con tu obra de teatro.
ResponderEliminarHe pasado por tu blog por casualidad, y me ha dejado embrujada la Granada con tu gitanilla. Digno poema de un rajeo de gitarra y un desgarro de garganta. Felicidades.
ResponderEliminarUn saludo cordial
Dios mio!! que maravilla, esto es POESIA, esto es magia divina. Leerte es un placer hondo y maravilloso- transmites un sentimiento que se funde en el alma de quien lo lee- maravilloso Rafael, maravilloso.
ResponderEliminarUn beso
Aurora
Querida Carmela: Gracias sinceramente por ese pasar por mi blog que se encuentra a tu entera disposición. Gracias por tu comentario que me da nuevas fuerzas para seguir alimentando ese misterioso veneno que nos obliga a escribir.
ResponderEliminarQuerida Aurora: siento una gran emoción al leer tu comentario y te doy las gracias por ello. Era una cuenta pendiente que tenía con Granada desde hace muchos años y que ha estallado en esa niña gitana del Sacromonte cuando allí todo era arte y embrujo. Gracias Aurora. Un beso
ResponderEliminarMaravillosa poesía con imágenes bellas y un delicioso contenido. Un lujo para mi leerte y un honor felicitarte. Un abrazo.
ResponderEliminarLas estrellas solas o con su corte, son complices de alejar las penas de esa gitanilla morena que de amor adolece. Bello poema lleno de color, justicia y esperanzas.
ResponderEliminarUn saludiño.
Querida Alma: seré simplón y te diré que tu comentario me llega al alma, como es ese precioso nombre que tienes. Muchas gracias por visitarme y pronto visitaré el tuyo. Mi blog, como no podía ser de otra forma, está a tu entera disposición. Un beso.
ResponderEliminarQuerida Rosa María: tu comentario es mucho más bello que mi poema y de por sí es una auténtica poesía. En breve, visitaré tu blog donde espero encontrar esa magia con la que manejas las palabras. Besiños, ¿se dice así? Por si acaso un beso
ResponderEliminarRafael es precioso, veo que conoces bien Granada que es realmente bella.
ResponderEliminarCórdoba se merece por tu parte otro poema que es también una ciudad preciosa.
Como grabado por buril moro,
visión sublime de un poeta emir,
Córdoba tiene su lecho de oro
cerca del viejo Guadalquivir.
Y en el encanto de las plazuelas
brindan las fuentes con su rumor,
coplas de amores que en las vihuelas
llevan el canto del rondador.
Sultana, mi novia de Andalucía,
te has querido hacer cristiana
para ser por siempre mía.
Yo no te he de dar enojo,
te lo juro ante la cruz,
mientras pueda ver tus ojos,
que son veneros de luz.
Sultana la flor más lozana
del suelo andaluz
Bajo los arcos de la Mezquita,
mansión que el arte diera a la fe,
se muestra el sueño del islamita,
como recuerdo de lo que fue.
Y en el embrujo de las callejas,
cuando se extiende la oscuridad,
cantan los novios, junto a las rejas,
coplas que dicen de su ansiedad.
Sultana, mi novia de Andalucía,
te has querido hacer cristiana
para ser por siempre mía.
Yo no te he de dar enojo,
te lo juro ante la cruz,
mientras pueda ver tus ojos,
que son veneros de luz.
Sultana, la flor más lozana
del suelo andaluz.
(Serenata a la mezquita R. Medina)